Título original: Commonwealth
Autor: Ann Patchett
País de Nacionalidad: Estados Unidos
Editorial: Harper
Año de publicación: 2016
Nº de páginas: 336
Bert Cousins acude al
bautizo de la hija menor de los Keating sin invitación y en el fragor de la
celebración, se besa con Beverly Keating en secreto. Este solo hecho es el
detonante de la unión de ambas familias en torno a la disolución y
reorganización de sus lazos con sus miembros: los padres y los hijos, los
hermanos y hermanas, hermanastros y hermanastras y posteriormente sus hijos y
parejas.
Es la apertura a
experimentar varias décadas en la historia y relaciones de individuos desde una
experiencia tan íntima como resultan nuestras propias recolecciones de vida.
Mi punto siendo: este libro tiene
el título mejor asociado a su tema del mundo.
La historia va de exactamente eso. Una
comunidad armándose y desarmándose, reorganizándose y afectando a unos y otros
con sus torpes estrategias de orden. La familia como asociación política de
entidades individuales, que son sus miembros, buscando la manera más
conveniente de funcionar.
Los tópicos de este tipo,
de familias relacionándose y de la evolución de sus dinámicas en el tiempo,
resuenan conmigo desde un sitio cálido y nostálgico en mi herencia latina,
leyendo 100 años de soledad por gusto (no por el colegio) y sentirse parte de
los Buendía a medida que los conocemos y reconocemos en nosotros mismos, en
nuestras vidas mundanas con sucesos tan comunes y a la vez tan extraordinarios.
Este libro no lleva la
magia ni el colorido latinoamericano, pero lleva un realismo tan pesado que a
ratos se vuelve inverosímil. Es en ese horror de saber que es más chocante la
realidad que la ficción en donde esta historia encuentra su punto fuerte y foco
de interés; es un relato sobre personas y nos encariñamos porque nos identificamos con ellos y sus experiencias, pero nos quedamos porque esta es una
historia poco común y en ningún momento da señales de que terminará bien. Todo
parece ir cuesta abajo hasta que ya no lo hace, pero ¡BAM!, ya pasaron 50 años.
La autora ya es vieja y está simplemente revisando su vida.
Las cosas sucedieron (o
al menos la línea general de los hechos).
La narración pega saltos
al futuro y al pasado y eso lastima bastante: duele ver a la bebé siendo una
adulta descontenta, duele ver al padre amoroso muriendo de cáncer, duele ver al
hermano menor convertirse en el estorbo de ambas familias. A pesar de todo,
subyace una cierta impresión de serenidad en ellos (¿o acaso es resignación?)
ya que no vemos las tragedias suceder, solo las consecuencias y la imagen que
evoca en la memoria del narrador de turno. Si acaso los personajes hicieron escándalo
por lo que les tocó vivir, no se manifiesta en “tiempo real”; solo nos queda
ese halo de silencioso estoicismo y sabiduría con el que aquellos que ya han
vivido un infierno se atreven a revivir su pasado.
Aunque, ¿quien sabe?,
puede que la autora haya querido proyectar eso de manera deliberada para
permitirles una cierta redención a sus seres amados.
O quizás es simplemente que
en realidad fueron una familia excepcional.
Recomiendo el libro a: a quien tenga paciencia
porque puede ser tedioso a ratos, a quien guste saber de las historias
familiares de otros, fans de 100 años de soledad y la casa de los espíritus
Nota personal: 4 / 5
No hay comentarios.:
Publicar un comentario